INFORME
HISTORICO TERRITORIAL COMUNIDAD COÑOMIL EPULEO LOF COLLICO
MARTIN CORREA CABRERA, SEPTIEMBRE
DE 2014
A poca distancia de la
actual ciudad de Ercilla, en el espacio territorial circundado por los cerros
Collico, Coipue, Lonkotraro, Currimahuida y el Cordón de Quechereguas, se
encuentra el antiguo lof del que fue autoridad máxima Epuleo Coñomil, acerca de
quien la literatura se refiere del modo siguiente:
“La familia Epulef pertenecía al tronco de los
Pailaweke. El viejo Pailaweke tuvo un hijo llamado Epulef. Vivía éste con tres
mujeres y dejó muchos descendientes. Su hijo Martín Konoemil Epulef o Epuleo
vivió igualmente con tres mujeres y se distinguió como bravo compañero de
Kilapán. Le quedaron 770 hectáreas en Collico, en la comuna de Ercilla".[1]
La importancia de Coñomil Epuleo tiene un
lugar fundamental en la memoria histórica de las comunidades del sector, de los
descendientes de su antigua jurisdicción y aún de las familias que hoy son
vecinas de su descendencia directa, de la comunidad de Collico. Nos referimos,
por ejemplo, a los comuneros mapuche de Huañaco Millao, quienes relatan lo
que sigue:
“Coñomil Epuleo que el lonko más grande
que había, eso se sabía, por eso Collico fue fuerte, Collico tiene mucha
historia. En ese sector había una fortaleza, llegando a ese terreno ellos
tomaban fuerza para poder pelear, para poder luchar, por eso cuando pasaban por
Lircay hubo una mortandad de españoles, porque no llegaban y pasaban no más, en
Salto Lircay no podían pasar los españoles, de Curaco se pasaba a Salto Lircay,
de Collipulli viniendo para acá, esa era la bajada principal. Por eso dejaron
de pasar por ahí. Por ejemplo de ahí eran los Calfucoy, y los Calfucoy eran
guerreros, todavía esas personas no son tan dóciles, esas personas tienen sus arrancadas,
la sangre todavía le queda. Eso lo alcanzamos a conversar con los abuelos, los
abuelos nos enseñaban a nosotros.”[2]
Ahora
bien, no estamos hablando de cualquier Lof, la referencia es a un espacio
territorial fundamental en las estrategias de resistencia mapuche contra los
españoles, en un primer momento, y contra el ejército chileno, luego.
Reconocidos aliados de Kilapan y sus cerros refugio y guarida de los rebeldes:
“Los cerros de Pidenco i Collico servían de guarida a todos los
bandidos asilados en las tierras de los indios i a muchos caciques arribanos,
cuando algún cuerpo del ejército los perseguía. A fin de acorralarlos en este
último reducto, partió en seguida a esos lugares una fuerza de 300 hombres bajo las órdenes del
sargento mayor don Francisco Barceló, quien los barrió, sin obstáculos, de
naturales i malhechores. A las
serranías de Quechereguas, también escondrijo de los indios perseguidos, marchó
en mayo una división que mandaba el coronel don José Timoteo González.
Explorados los parajes en que permanecían ocultos grupos de bárbaros, que
dispersaron, dio la vuelta a sus cuarteles”.[3]
Por otro lado, no sólo era refugio wenteche sino también un
importante lugar de encuentro de los guerreros mapuche y sus autoridades,
quienes
“…veían con profundo malestar el avance de la línea del Malleco.
Aumentábase este disgusto con las patrañas de despojo que los caciques
vendedores de terrenos para los fuertes les inventaban, para sincerarse ante
ellos i no exponerse a sus iras. En marzo de 1868, celebraron una junta en
Quechereguas, a poca distancia al sur del actual pueblo de Ercilla, para
acordar el plan que debían seguir en vista de la invasión de sus tierras.”[4]
En todo lo anterior un
lugar fundamental ocupan los ríos y las grandes alturas, y de ello existen
testimonios hasta nuestros días:
“…los
españoles cruzaban el río Malleco, la ribera del río Malleco, y llegaban al río
Huequen, donde está el Vado Lirkay, donde hubieron grandes combates entre
mapuches y españoles. Está entonces el Collico, Lonkotraro, el Currimahuida y
Truwilmahuida… esos eran los importantes, y el Cerro Chiguaihue. Esos son los
cerros resaltantes que tenía el pueblo mapuche para comunicarse entre ellos y
así defender el territorio. Se comunicaban a través del kull kull, y a través
de cualquier medio, habían diferentes estrategias, las medidas de seguridad las
planteaban los lonkos.”
Es necesario detenerse en varios elementos que le
dan una especificidad propia a este territorio. El primero de ellos tiene que
ver con la importancia de los cerros nombrados, los cuales fueron y son
reconocidos como una posición estratégica fundamental del pueblo mapuche para
comunicarse entre ellos y así defender el territorio. Los hechos que se
sucedieron al ingresar el Ejército de la Araucanía quedaron plasmados en la
memoria comunitaria mapuche, en la tradición oral, y con ellos la persecución,
en un primer momento, y la usurpación territorial, luego:
“Según lo que cuentan los antiguos viejos, los
abuelos, mi abuelo se llamaba Juan de la Cruz Rucal y conversaba que su abuelo
le conversó que cuando a ellos lo atrincaban para acá, por todos lados, ellos
se arrancaban por los cerros, por las montañas, porque antes era pura montaña
acá, dejaban todo, por eso que hay mucho entierro por aquí, en Campo Grande hay
entierro, por Quilaco hay un gran entierro, porque los viejos arrancaban y
dejaban sus cosas mientras venía el Ejército. Dicen que en Collico estaban
metiéndose [los militares], habían pasado el Malleco para acá, y los viejos se
escondían adentro del barro, sus 12 días escondidos adentro del barro, se
escondían mientras destruían las casas, mientras se las quemaban. Así fueron
arrinconados hasta que quedaron como quedaron”[5].
Otro elemento de análisis, y cuyos efectos se
mantienen hasta nuestros días, se relaciona con que una vez que el Ejército de
la Araucanía ocupa el antiguo Lof de Epuleo Coñomil acudimos a dos procesos
paralelos. Por un lado, las familias mapuche son radicadas/reducidas a través
de Títulos de Merced, y así no sólo dejan de tener como máxima autoridad a
Epuleo Coñomil sino también los diversos linajes y familias dejan de colindar
entre sí y sólo les es reconocido en dominio la ‘puebla’, la ruka, lo cercado,
las huertas familiares, despojándoseles del gran territorio comunitario, de los
bosques, los montes, los lugares de pastoreo, todo lo que fue declarado baldío,
sobrante, fiscal, y en esa calidad rematado a los particulares.
He ahí el otro proceso, luego de la hijuelación
llegan al sector un número importante de familias de colonos, familias que
reciben del Estado chileno los espacios usurpados a las familias mapuche, que
se insertan entre las familias mapuche constituyendo este proceso el origen de
los fundos actuales, el origen de los conflictos actuales.
Carta de Colonización
de Bologna (1916)
Así, en el antiguo lof
de Epuleo Coñomil se da forma a las comunidades de Chamichaco (Cañuta Calvuqueo), Collico (Epuleo Coñomil), Huequen
(Ankapi Ñancucheo), Temukuikui (Ignacio Queipul y Millanao), de Huañaco Millao,
de Pancho Curamil, y cercanos a ellos los descendientes de Santiago Segundo y
Manuel Leon Catrimil, las familias de Tricauco. Por otro lado, aparecen los
Stike, los Borgeaud, los Baier, los Paterson, los Muller, los Seitz, los
Felley, los Ellicker, los Kholer, los
Urban, los Patterson.
Detalle Carta de Colonización de Bologna (1916), en la que aparecen las
hijuelas
adjudicadas
a colonos y mapuche en el antiguo Lof de Epuleo Coñomil.
Los conflictos
territoriales actuales no se explican si no es en vinculación con el proceso de
despojo original, con el proceso de radicación, de hijuelación, con los juicios
de la década de 1930, con el proceso de reforma agraria; se repiten los
apellidos mapuche, se repiten los de los colonos, son las mismas familias y su
descendencia en un conflicto que se arrastra ya casi 100 años.
Un elemento común a las
familias mapuche del sector, y que de alguna manera avala el que haya sido una
reconocida autoridad del área, es que en todos y cada uno de los Títulos de
Merced entregados por la Comisión Radicadora aparece como testigo el Cacique
Epuleo Coñomil. Lo anterior también
explica el que todos los Títulos de Merced del área fueron
adjudicados en el año 1884, lo que habla por sí solo del interés de sanear
rápidamente la propiedad particular en un área históricamente conflictiva para
los intereses del Estado chileno.
Situación actual del
antiguo Lof de Epuleo Coñomil, con los Títulos de Merced y los fundos
particulares
LA DESCENDENCIA DE COÑOMIL EPULEO Y LAS TIERRAS DE COLLICO
En el contexto descrito,
el cacique Coñomil Epuleo y 60 personas más de su familia fueron radicadas en
virtud del Título de Merced Nº2, de 1884, en el lugar "Sur del río Huequén", hijuelas Nº1, 8 y 12, por una
superficie de 770 hectáreas, bajo los deslindes siguientes:
"Al norte el río Huequén desde su junta con el
estero Temucuicui hasta el vado Lircai; al oriente una línea recta que parte
del vado Lircai hasta el primer morro del cordón de Collico en una longitud
aproximada de 1.400 metros, y siguiendo este cordón sur hasta enfrentar el
estero Collico; al sur el estero Collico hasta su confluencia con el estero
Temucuicui; y al poniente, el estero Temucuicui desde su confluencia con el
estero Collico hasta su entrada al río Huequén".
Sin embargo, el espacio
territorial sólo de las familias de Collico era notablemente superior a lo
reconocido en dominio.
El Lonko de la comunidad,
don Carlos Coñomil, expone de memoria el conocimiento que recibió de su padre,
los antiguos deslindes:
"Mi padre, Segundo Coñomil, murió de 105 años, me
conversaba mucho del plano antiguo y me indicaba dónde le correspondía.
Teníamos 1.700 hectáreas y nos entregaron en 1884 sólo 700 hectáreas. Mi padre
mostraba los deslindes como eran: el sur con el estero Butaco, llegamos a un
puente que se llama Pozón, de ahí río Huequén por el norte, colindamos arriba
con Cañuta Calvuqueo hacia la cordillera, y para el otro lado con Ignacio
Queipul, Temucuicui".[6]
Las tierras faltantes a la
comunidad están ubicadas al oriente de ella,
“quedamos
hasta el cerro Collico. Pero las tierras antiguas iban más allá, más allá del
Cerro Collico, hasta tocar con Cañuta Calvuqueo”[7], precisamente las tierras que hoy se encuentran en manos de
particulares y que separan a la comunidad de las tierras de Cañuta Calvuqueo.
En
este contexto, la presencia del cerro Collico es fundamental para la
descendencia de Epuleo Coñomil:
“…es muy importante, es muy milagroso. Yo
escuché de mi mamá y de mi papá que en esos años hubo un diluvio, años atrás,
uhhh, un diluvio muy alto, entonces mataron 12 corderos de cuero negro,
trajeron muday, y con eso todos agarraron manta con cuero de cordero negro. Ahí
se bajó el mar, se tranquilizó, y quedó el cerro nombrado Collico, ahí bajó el
mar, la tierra estuvo inutilizada, yo no lo vi, lo contó mi papá. ¿Cuántos años
para atrás sería eso?, no lo sé, lo contaban ellos, pero ese recuerdo a mi me
quedó, ahí quedó nombrado el Cerro Collico”, relata el Lonko don Carlos Coñomil.
El hecho siguiente a la reducción
territorial es que los Títulos de Merced, la ‘tierra chica’, las ‘reducciones’,
son rodeadas por colonos, a quienes el Estado chileno les adjudicó las tierras
sustraídas de los dominios mapuche, la ‘linea antigua’, y a partir de la década
de 1930 se desarrollan una serie de juicios con los particulares.
El respetado Lonko del Lof Coñomil Epuleo,
habla con las palabras que recibió de sus mayores:
“Yo escuché de los antiguos que esas
tierras que faltan la tomó Baier, y puso un estacón grande ahí, un roble, que
ahora último cayó, ese fue el primero que hubo para acá y dentro de eso estaba
Coñomil Epuleo. Un día le prendieron fuego a ese roble, a ese menso roble, se
veía de Victoria para allá, un árbol maravilloso, y se quemó, el fuego bajó y
bajó hasta que cayó el palo.
Así, con ese cerro de dolor, no pudimos pasar
más allá, Baier compró allí, Cáceres compró allí, Ferreira compró aquí, y nos
fueron quitando toda esta parte y ya no llegamos adonde Cañuta Calvuqueo. Ese
roble estaba en Butaco, más allá de Collico. Ese Alfredo Baier le dijo al
cacique Mellado ‘dame 20 metros para acá y yo cierro entero para allá, alambro
todo’, y entonces le dio los 20 metros para acá y ese árbol quedó dentro de los
20 metros y de ahí salió esa línea que va bajando y bajando para acá hasta
llegar al salto de Lircay. Lo que se tomó se lo tomo para el norte, para
Lircay. Ese roble era como un ‘resorte’, ahí estaba el respeto.”[8]
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